mi sombra que no envejece
no se le notan las arrugas al costado de los ojos
ni tiene los párpados caídos ni la papada floja
a esta hora del día
mi sombra es siempre igual
un contraste con la luz del sol
un azul profundo e irrepetible
mi propia forma en el vacío infinito
el oscuro presagio de lo que dejo de ser
sí
mi sombra es siempre igual
incluso en la noche
cuando se disimula entre las otras sombras
cuando se pierde entre la luna clara y el naranjo blanco de azahares
cuando se disuelve instantánea tras el rayo y el refucilo
mi sombra no envejece
no le tiemblan las piernas ni se mancha la ropa
apenas si en ocasiones se pone un poco más delicada
un poco más mimosa
más ténue y transparente
como los cristales esfumados
o el vapor de la tierra virgen
a veces
cuando se disuelve en la pesada bruma del invierno
se le desdibujan los contornos
se le difuminan los límites
se hace una con la niebla dulcemente
y se deja acaraciar por ella
pero sólo a veces
Juan Ignacio Prola
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