por Aldo Juan Zannone (*)
una
Tras la lluvia, el sol
y la brisa fresca.
¿No es así la eternidad?
El hombre no es el único
ser con alma.
Ni el alma
es lo único que tiene cuerpo.
Tras la lluvia, el sol
y los grillos roncos.
¿No es así la eternidad?
La tierra sabe de sí
y de nosotros.
Y nosotros
sólo podemos devenir.
Tras la lluvia, el sol,
que no es eterno.
¿No es así la eternidad?
otra
Una pared amarilla.
Una alfombra mullida.
El vértice de una cama.
El perfume a invierno
de una mañana.
Una vulva abierta y jugosa.
La felicidad de una música estridente.
Un camino de tierra,
largo y ancho, que atraviesa
un maizal.
El fervor de un partido de fútbol.
La lluvia interminable
de una noche a la intemperie.
La primera sonrisa de un niño
entre mis brazos.
Una pelota pesada
mojada por el rocío.
Los nervios previos a un examen.
El sabor del agua de mar.
El misterioso encuentro con el verso.
Todo eso,
en algún momento,
fue eterno.
(*) Aldo Juan Zannone es un poeta cordobés, profesor de lengua y literatura.
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