Colores

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Molina Campos

O Mostrengo

OLGA OROZCO:

"Para nadie la culpa ni para mí el castigo."

(Himno de alabanza.)

Historia oculta de la ciudad

por Pablo Fernández
(escritor de Venado Tuerto)

Capítulo III



Todavía esta viva en la memoria de nuestros abuelos, la historia del desdichado peón de campo Estanislao Méndez.

Un día, fue sorprendido por una tormenta, que lo obligó a buscar refugio en una casona deshabitada, donde debió pasar la noche.

Esta casona esa ubicada en un predio sobre la hoy Ruta Nacional Nº 33, a escasa distancia del cruce con la Ruta Nacional Nº 8.

Luego de haber pernoctado en aquel lugar, y ya la tormenta disipada, en vano intentó salir, y por mas ayuda que pidió, fue en balde. No solo no pudo volver a salir, sino que fue condenado a sufrir el tormento eterno de ser cascoteado todas las noches por los espíritus reinantes en el lugar, a los que había molestado.

Aquí, una pequeña aclaración, este tormento puede parecer insignificante para cualquier persona, al menos que uno haya estado alguna vez en una casona con techo de chapa, donde los cascotazos retumban hasta lo mas recóndito del alma.

Aún pueden oírse en nuestros días (si alguien se arriesga a visitar el lugar alguna noche) los lamentos y gritos de ayuda del desdichado Estanislao Méndez.

La historia también dice que quedará libre el día que otra persona pernocte, una noche tormentosa, en ese paraje, y tome su lugar.

Cuídense, viajeros ingenuos y confiados, del lugar donde pasan las noches tormentosas.

 
Capítulo IV








Hace muchos años, en las primeras décadas del siglo pasado, pasó esta ciudad una compañía de comedia de Buenos Aires, llamada “La de Paul Didot”, en la que se exhibía como uno de los números principales, al famoso encantador de animales Abdul Séller. Al final del número, como plato fuerte, pedía que alguien del público se acercara para encantarlo. En la presentación en nuestra ciudad (que fue una sola) subió al tablado una joven llamada Mercedes Domínguez. El encantador, la convirtió en perro ante el estupefacto público presente. Hubo un solo problema, (quizá en la articulación de las palabras o en la fonética esquiva del encantador) pero Mercedes no volvió a ser ella, no dejó nunca de ser perro. Luego de que la compañía, y en especial Abdul, abandonaran la ciudad viendo peligrar su integridad física, Mercedes andaba por nuestras calles ladrando. Su madre, Rosa Quinteros, optó por encerrarla en su cuarto. Todo tipo de curanderos, brujos, magos y exorcistas desfilaron por nuestra ciudad, para inútilmente, intentar curar a la joven, algunos venían de lejos, de Córdoba, de Buenos Aires, de Montevideo, y uno francés (que más tarde se supo que era de Villa Cañas), claro que ninguna de estas visitas se hizo de conocimiento publico, dado que todas fracasaron rotundamente.

Un día de otoño, Mercedes cayó enferma, y el médico que la atendió dijo que era una enfermedad que nunca había visto en una persona.

A los pocos días, Mercedes murió de moquillo.


Capítulo V



Conocida es en los círculos cabalísticos de nuestra ciudad, la historia de Jacobo Peres.

Próspero comerciante, ya en el cenit de su vida, conoció la Cábala.

Tanto se interiorizó en el tema, y con tal fanatismo, que al fin estaba convencido de que alguna de las variaciones del nombre de nuestra ciudad, era la Clave, la llave del reino.

Se dio entonces a permutaciones y complejas variaciones que le demandaban las noches enteras, incluyendo las horas de atención del local.

Llegó a la conclusión de que las combinaciones posibles de las letras de Venado tuerto, eran ocho millones novecientos dieciséis mil cien millones de posibilidades. Se dice que luego de haber encontrado varias combinaciones comenzó a tener extrañas visiones.

Más avanzaba en sus estudios, más intensas y seguidas eran estas visiones.

Destaca de entre estas, una que tuvo, avanzada la noche, en la esquina de calles Roca y San Martín, donde se encontró con su abuelo, muerto hacía varios años, quien le pidió que le relate todo lo que había sucedido en la familia desde su muerte, tarea que le demandó varias horas de ardua memoria.

Luego de un par de años, durante los cuales había encontrado gran cantidad de variantes, y logrado que sus investigaciones lleven el comercio a la quiebra, tuvo una visión final. A la vuelta de su casa, en la calle Rivadavia, se cruzó con su propio hijo, radicado hacía varios años en Italia, quien luego de darle un abrazo, lo tomó de la mano y, doblando la esquina, desaparecieron.

Nunca más se lo volvió a ver.

Este encuentro fue relatado con posteridad, es decir, al día siguiente, por su vecina Clotilde Ferea, vaqueana en espiar a los que circulaban por la vereda desde la mirilla de su ventana.

No se sabe si encontró la clave, solo que, esa misma tarde, Jacobo Peres había quemado todos sus escritos.

Capítulo VI



En la ciudad hubo distintos grupos y asociaciones que con el correr de los tiempos han ido desapareciendo. Algunas no llegaron a contar entre sus filas con mas de 2 o 3 socios, otras con ninguno.

Digamos que aquellas que estaban destinadas al fracaso, lo traían desde sus actas fundacionales, es decir, el error estuvo siempre, en todas, en sus extraños o rimbombantes nombres, algunas resistieron a los envites, colocando siglas a su nombre, como ejemplo podríamos citar a la A. D. V. Q. T. E. P. D. M. D. D. D. D. L. C. D. V. T. D. S. D. S. F. (Asociación De Vecinos Que Trabajan En Pos Del Mejoramiento Del Canal De Desagüe De La Ciudad De Venado Tuerto Del Sur De Santa Fe), sin dudas, esta Asociación estaba destinada al fracaso.

¿Cómo membretar una epístola con este nombre?

Incongruencias.

Como ésta: C. D. E. D. L. F. M. C. D. E. T. C. O. B. P. D. I. D. L. C. (Comisión De Estudiosos De La Forma Más Conveniente De Escribir Títulos Cortos O Breves Para Denominar Instituciones De La Ciudad).

Un papelón.

Así y todo, Instituciones de la talla de la Asociación de Amigos de los Ingenieros, o la Asociación Civil Amigos del Campito e incluso la Agrupación Gaucha “Mate sin Azúcar” (nombre producto de la separación de una de las ramas de la Agrupación Gaucha “Mate con Azúcar”) duraron un período de gestión de sus autoridades. Claro está, y vale la acotación, estas Instituciones, a sabiendas de su fugaz existencia, muchas veces en sus estatutos, disponían como período de mandato de las autoridades de la comisión directiva un lapso de tiempo de 6 meses, 3 meses, o incluso 1 mes.

Se cuenta por algunos sectores memoriosos de la ciudad, que existió un Club de Ganadores de Carreras Cuadreras, donde las autoridades duraban en el cargo una semana, esto es, de sábado a sábado, cambiando según los resultados de las sucesivas carreras.

Al fin, los muchachos de la ciudad, fueron perdiendo el ímpetu, las ganas de conformar asociaciones, clubes, sociedades, etc, y solo unas pocas, con insulsos nombres perduraron hasta nuestros días.

¿Quién no quisiera poder pasar aún hoy por la vereda de la Casa de la Real Academia de Jerigonza? ¿O visitar las exposiciones de cuadros de la Sociedad de Pintores Daltónicos del Centro Pampeano? ¿O concurrir a los recitales de la Agrupación Musical Sinfónica Municipal de Sordos? ¿O cursar las extensas clases dominicales de la Comisión de Fomento del Uso del Ligustrín como Supletorio de las Tapias de Ladrillo?

(continuará...)

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